lunes, 7 de enero de 2008

CROQUIS EN LA ARENA





La mañana se pasea en la playa empolvada de sol.
Brazos.
Piernas amputadas.
Cuerpos que se reintegran. Cabezas flotantes de caucho.
Al tornearles los cuerpos a las bañistas, las olas alargan
sus virutas sobre el aserrín de la playa.
¡Todo es oro y azul!
La sombra de los toldos. Los ojos de las chicas que se
inyectan novelas y horizontes. Mi alegría, de zapatos de
goma, que me hace rebotar sobre la arena.
Por ochenta centavos, los fotógrafos venden los cuerpos
de las mujeres que se bañan.
Hay quioscos que explotan la dramaticidad de la
rompiente. Sirvientas cluecas. Sifones irascibles, con
extracto de mar. Rocas con pechos algosos de marinero y
corazones pintados de
esgrimista. Bandadas de gaviotas, que fingen el vuelo
destrozado
de un pedazo blanco de papel.
¡Y ante todo está el mar!
¡El mar!... ritmo de divagaciones. ¡El mar! con su baba y
con su epilepsia.


¡El mar!... hasta gritar
¡BASTA!
como en el circo.





Oliverio Girondo, Mar del Plata, 1920.

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